Reseña biográfica

Poeta, ensayista y traductor  norteamericano nacido en
South Bend, Indiana,  en 1905.
Huérfano desde los doce años, sólo recibió cinco años de educación escolar. Autodidacta, políglota y dueño de una inmensa cultura, fue precursor del llamado Renacimiento cultural de San Francisco y padre de la contracultura norteamericana, denominada generación Beat.
Durante los años cincuenta y sesenta, escribió poesía, teatro, ensayos y artículos de crítica social, tradujo autores de varias lenguas, defendió con ahínco los derechos humanos, propició movimientos bohemios y presentó por primera vez lecturas de poemas acompañadas de jazz.
Radicado desde joven en California, publicó una abundante
obra, en la que se destacan su poesía y sus traducciones, en particular las excelentes versiones de poesía china y japonesa. 
Murió en 1982 en Montecito, California.     ©

 



 

Poemas de Kenneth Rexroth:



"Actos sacramentales " 2005    (selección)
  Andrée Rexroth
  Confusión de los sentidos
  Fugitiva
  Otras ventajas de la cultura
  Vacío solo

 

"La señal de todas las cosas" 2004  (selección)  
  El cometa Halley
 Ellos dicen que esto no es un poema
  Entre dos guerras
  Entre yo y la muerte
  Sólo esta noche
  Tranquilamente
  Un diálogo de observar

Los poemas de amor de Marichiko  2005      (selección)
 

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De "Actos sacramentales" 2005   
Gadir Editorial, S.L.
Versiones de Carlos Manzano

Andrée Rexroth

Han pasado los años. Es primavera otra
Vez. Pronto aparecerán Saturno
Y Marte por el Oeste, en el crepúsculo.
Ahora el sol del atardecer forma
Yácenas brumosas sobre Steep Ravine
Y las cascadas. Las aves llegadas
En el invierno de Oregón, petirrojos y
Diversos tordos, se ceban con
Las bayas maduras de toyón y madroño.
Los petirrojos cantan mientras cae
La densa luz.
                           Aquí se esparcieron tus cenizas.
Aquí te escribí un poema de despedida
Y hace mucho tiempo otro, un poema de paz y
Amor, de la fatiga de un largo atardecer
Primaveral en la juventud. Ahora hace ya casi
Diez años que viniste a morar aquí.
Una vez más los sauces que brotan después
De Año Nuevo en estas remotas tierras
Están en flor. Hay huellas de ciervos y mapaches
En los mismos lugares. Nuevos bancos de
Arena y lechos de cantos han aparecido donde la
Erosión ha roído a fondo las colinas.

Los ciclos de la vida son breves. Guerra y paz
Han pasado como espectros. La raza
Humana se hunde en el olvido. Un avetoro grita
desde los mismos juncos donde tú oíste
Uno en nuestro primer año en el Oeste y donde
Yo oí otro un año después de tu muerte.


* * * * *

Confusión de los sentidos

La luz de la luna inunda los laureles
Como música. El aire iluminado por la luna
Está en calma. Tu blanca cara se acerca
A la mía. La pena voluptuosa nos abraza como
Una telaraña, una canción, un perfume,
Luz de luna. Tu pelo cae y nos envuelve la
Cara. Tus labios culebrean entre
Los míos. Tu lengua penetra en mi boca.
Un murciélago vuela a la luz de
La luna. La luz de la luna te inunda los
Ojos, que no tienen iris ni pupilas,
Son sólo globos de fuego frío como los
De los ciervos que pasan junto
A nosotros por el bosque desierto. Tu
Esbelto cuerpo se estremece y huele
A algas marinas. Yacemos y escuchamos
Nuestra respiración a la luz de
La luna. ¿Oyes? Respiramos. Estamos vivos.


* * * * *

Fugitiva

Traes destellos de lluvia en los cabellos
Brillantes que te cubren la frente;
Tienes húmedos los ojos, los labios mojados
Y gélidas y rígidas las mejillas del
Frío. ¿Por qué has estado ausente tanto tiempo?
¿Por qué no has venido a mí hasta las
Tantas de la noche, tras caminar durante horas
Contra viento y lluvia? Quítate el vestido
y las medias, siéntate en este sillón profundo
Junto al fuego. Te voy a calentar los
Pies en mis manos. Te voy a calentar senos y
Muslos a besos. Ojalá pudiese encender
Un fuego en tu interior que nunca se extinguiese.
Ojalá pudiera estar seguro de que llevas
Bien dentro un imán que siempre te traerá a casa.


* * * * *

Otras ventajas de la cultura

Un día en la biblioteca,
Perplejo y distraído,
Hojeando un libro tedioso, me
Encontré con una foto
De la vasija en que reposan
Los restos de Buda.
Sentí un escalofrío. Me desasosegó
Ese mínimo contacto con
Una calma que no puedo conocer,
La apertura a ese paraje
Recargado de un mundo mejor.

* * * * *

Vacío solo

Tiempo como cristal
Espacio como cristal
Me siento en silencio
En cualquier parte cualquier cosa
Sucede
Muda sonora apacible turbulenta
La serpiente se enrosca
Sobre sí misma
Todas las cosas translúcidas
Después transparentes
Luego volátiles
Sólo vacío
Sin límites
Sólo la canción infinitamente
Apagada
De la mente enroscándose
Sólo

De "Actos sacramentales" 2005   
Gadir Editorial, S.L.
Versiones de Carlos Manzano

 

 

 

 

 

De "La señal de todas las cosas" 2004
Editorial Universitaria S.A. Santiago de Chile
Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal

 

El cometa Halley

Cuando en tu madurez
El gran cometa venga nuevamente
Recuérdame: un niño despierto
Una noche de verano,
Junto a mi pequeña cama
Mirando esa estrella de pelo largo
Hace ya muchos años.
Ve hacia la oscuridad y mira
Su penacho sobre el agua
Derramándose en la noche líquida,
Y piensa que la vida y la gloria
Se agitaron alguna vez en mi sangre,
Al igual que para los que se fueron
Antes que yo, pequeñas gotas
De ese río de billones de años de largo
Que fluye ahora por tus venas.

Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal

 

 

Ellos dicen que esto no es un poema

El orden en el universo
Es sólo el reflejo
De la voluntad y la razón humanas.
Todo ser es contingente,
Ningún ser subsiste por sí mismo.
Todos los objetos son movidos por otros objetos.
Ningún objeto se mueve por sí mismo.
Todos los seres tienen origen en otros seres.
Ningún ser lleva en sí su propia causa.
No hay ser que sea perfecto.
El ser ignora la economía.
Los seres se multiplican
Sin una necesidad. No poseen
Principio de razón suficiente.
El único orden de la naturaleza
Es la relación armónica
De una persona con otra.
Las relaciones que abjuran de la persona
Son por esencia caóticas.
Las relaciones entre las personas
Son el modelo a través del cual vemos
En la naturaleza un sistema.
Desde Homero, todos los hombres sensibles
Nos han exhortado una y otra vez
Acerca de que el universo y
Los grandes principios y fuerzas
Que mueven el mundo, poseen armonía
Sólo como reflejos
Del coraje, la lealtad,
El amor y la honestidad de los hombres.
Dejados a su suerte, esos principios son crueles
Y completamente superfluos.
El hombre que claudica ante ellos acaba en la locura,
Mata a sus hijos, su mujer o sus amigos
Y muere sumergido en el polvo sangriento,
Habiendo destruido el trabajo
Atesorado por las manos de otros hombres
Sólo quien es más listo que ellos logra sobrevivir
Y encuentra un hogar donde envejecer.

Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal

 

 

Entre dos guerras

¿Recuerdas ese desayuno un día de noviembre:
Uvas negras heladas oliendo vagamente
Al corcho en el que estaban envueltas,
Pan frío con carne caliente y blanca,
Y chocolate espeso endulzado con miel?
¿Y las fiestas nocturnas; el gin y los tangos?
¿Las rotas rejillas para el pelo, las perdidas cremalleras?
¿A dónde se ha ido todo,
Las hermosas mujeres, las horas sin rumbo?
Nos decían que estábamos perdidos, que éramos locos e inmorales
Y que interferíamos en los planes de los que tenían el poder.
Y hoy día, millones y millones, encerrados vivos
En los ataúdes de la circunstancia,
Golpeando en la tapa de los féretros
Apiñados en los sótanos de las ruinas, y disputando
Su propia carne destrozada.

Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal

 

 

Entre yo y la muerte

                                                              para la música de Jimmy Blanton:
                                                              SOPHISTICATED LADY; BODY AND SOUL


Un fervor te abrasa a veces,
Y tú te inclinas ante él, silenciosa,
Cruel y tímida, y a veces
Estás loca de miedo
Y tu desesperación es contagiosa.
La mayor parte del tiempo nos escondemos en nuestros refugios,
Protegiendo nuestros espleens, pretendiendo
Que nuestros vendajes son nuestras heridas.
Pero a veces la rueda del cambio se detiene;
La ilusión se desvanece en paz;
Y de pronto el orgullo ilumina tu carne -
Lúcida como el diamante, sabia como la perla -
Y tu cara, remota, absoluta,
Perfecta y final como la de una bestia.
Es maravilloso mirarte,
Una mujer viva en una habitación
Llena de gente frenética y estéril,
Y pensar en tu encorvado trasero
Bajo tu vestido de terciopelo,
Y el hermoso fuego expandiéndose
Desde tu sexo, quemando la carne y el hueso,
Los increíblemente complejos
Tejidos de tu cerebro vivos
Bajo tu rizado, espléndido pelo.

* * *

Me gusta imaginarte desnuda.
Pongo tu cuerpo desnudo
Entre yo y la muerte.
Si me pongo a pensar
Y prendo fuego a tus dulces pezones
Hasta los tendones bajo tus rodillas,
Puedo ver muy lejos a través de tu cuerpo.
Lo que miro está vacío,
Pero al menos está iluminado.

Sé cómo tus hombros relucen,
Cómo tu rostro cae en trance,
Y tus ojos se ponen como los de un sonámbulo,
Y tus labios de mujer
Que es cruel consigo misma.
                Me gusta
Imaginarte vestida, tu cuerpo
Cerrado al mundo y contenido,
Su maravillosa arrogancia
Que hace que todas las mujeres te envidien.
Puedo recordar cada vestido,
Cada uno más orgulloso que una monja desnuda.
Cuando me voy a dormir mis ojos
Se cierran en una red de memoria.
Su nube de íntimo olor
Sueña en vez de mí.

Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal

 

 

Sólo esta noche

[Eric Satie: Gymnopédie # 1]

La luz de la luna                    ahora       sobre Malibú
La noche invernal                las pocas estrellas
Lejos a millones                    de kilómetros de distancia
El mar                 moviéndose
Desde siempre                alrededor                  de la tierra
Lejos, tan lejos como cercanos                     están tus labios
Llenos                   de la misma luz                     que tus ojos
Amor mío            amor mío            amor mío
El futuro               se ha ido muy lejos
Y el pasado         nunca sucederá.
Sólo tenemos                     esto
Nuestro para siempre
Tan pequeño     tan infinito
Tan breve           tan vasto
Inmortal             como nuestras manos que se tocan
Vivaces                como el vino iluminado que bebemos
Todopoderoso como este único beso
Que no tiene comienzo
Y que nunca
Nunca
Terminará

Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal

 

 

Tranquilamente

Tendido tranquilamente junto a ti,
Mi mejilla contra tu firme, quieto muslo,
La callada música de Boccherini
Bañándonos en la quietud,
Mientras el sol abandona los altos de la casa y se aleja
Por el Pacífico, en calma -
Tan calmado se mueve el sol sobre nosotros,
Tan calmado como siempre,
Tan calmados, nuestros cuerpos, agotados
Por el tiempo y las penitencias del amor,  nuestros
Cerebros ovillados, quietos en sus conchas, adormecidos,
Nuestros corazones lentos, tranquilos, confiados
En sus ritmos entrelazados, el pulso
En tu muslo acariciando mi mejilla. Tranquilo.

Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal

 

 

Un diálogo de observar

Permíteme celebrarte. Jamás
He conocido a nadie
Tan bella como tú. Yo,
Caminado a tu lado, observando
Cómo te acercas a mí, contemplando
La apacible gracia de tu mano y tu muslo,
Observando a tu rostro cambiar con aquello
Que callas, mirando tus
Ojos solemnes cuando se vuelven a mí
O hacia ellos mismos henchidos de conocimiento,
Lentos o veloces, observando tus labios
Rebosantes, partidos o meditabundos,
Observando tu delicada cintura,
Tus orgullosas nalgas llenas de gracia, como un
Cisne en travesía, un animal
Libre, tu ser más íntimo,
Indómito aunque
Abandonado, como yo lo estoy en ti,
Escuchando por casualidad el perfecto
Lenguaje de tu movimiento, amor
Confianza y seguridad mientras
Alimentas o juegas con nuestros hijos.
Jamás he conocido a nadie
Tan bella como tú.

Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal

 

 

 

Los poemas de amor de Marichiko  (selección)

Versión de Pablo Boullosa
Ed. Verdehalago julio de 2005

                                                                  para Kenneth Rexroth
                                                                                           Marichiko

                                                                                para Marichiko
                                                                             Kenneth Rexroth

 

IV
Me preguntas en qué pensaba
Antes de que fuéramos amantes.
La respuesta es fácil.
Antes de conocerte
No tenía nada en qué pensar.

VI
Sólo nosotros.
En nuestra pequeña casa
Lejos de todos,
Lejos del mundo,
Sólo el sonido del agua sobre la piedra.
Y entonces te digo:
"Escucha: el viento pasa entre los árboles".

VII
Hacer el amor contigo
Es como beber agua de mar.
Mientras más bebo
Más sedienta me pongo,
Hasta que nada puede saciar mi sed
Sino beberme todo el océano.

IX
Me despiertas,
Apartas mis muslos, y me besas.
Te regalo el rocío
De la primera mañana del mundo.

XIII
Tendida sobre la paradera, abierta a ti
Bajo el sol de la tarde,
Una vaga neblina esconde a medias
Mis pétalos de rosa.

XV
Porque sueño
Contigo cada noche,
Mis días de soledad
son sólo sueños.

XVIII
El fuego
Quema mi corazón.
No levanta ningún humo.
Nadie lo sabe.

XX
¿Quién está ahí? Yo.
¿Quién yo? Yo soy yo. Tú eres tú.
Tomas mi pronombre,
Y somos nosotros.

XXV
Tu lengua borda y se desliza
Dentro de mí,
Y me vuelvo sorda y resplandezco
Con una luz inestable
como el interior
De una expansiva
Y dilatada perla.

XLII
Cuántas vidas hace
que nadé por vez primera en el torrente del amor,
Para descubrir al fin
Que la orilla es inalcanzable.
Y sin embargo sé
Que voy a seguir nadando y nadando.

XLIV
El desorden de mi pelo
Se debe a mi almohada insomne y solitaria.
Mis ojos hundidos y mi rostro demacrado
Son tu culpa.

L
En el parque un cuervo despierta
Y se lamenta bajo la luna llena.
Y yo me despierto y lloro
Por los años que se han ido.

LI
¿Me hiciste tuya porque me amabas?
¿Me hiciste tuya sin haberme amado?
¿O solamente me hiciste tuya
para poner a prueba mi corazón?

De "Los poemas de amor de Marichiko" 1978
Versión de Pablo Boullosa
Ed. Verdehalago julio de 2005

 

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