"Cuando yo no esté aquí se habrá acabado el mundo
y no habrá nunca más olor a madreselva..."

"Madame" 1937

Oscar Domínguez


 

 

 

Reseña biográfica

 

Poeta español nacido en Barcelona en 1937.
Doctor en Filología francesa, es además licenciado en Periodismo y Arte dramático.
Fue profesor, hasta su jubilación, en la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma
de Barcelona en Bellaterra. Vivió en diferentes países de Europa y América. 
Autor bilingüe, ha publicado diversas entregas poéticas,  entre las que sobresalen: "Domicilios transitorios" 1984,
"Vendrán meses con erre"1991 y "La quijada de Orce" 1997.          
 ©



Cuatro Rubaiyyat de Cambridge

Dean Moriarty ya no vive aquí

Escríbeme a la Lista de correos

Ibiza

La piel

La rosa y la metáfora

Margaritas

No eres lo que dices

Patria

Pelopónissos

The sandpiper

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Poesía sensual

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Cuatro Rubaiyyat de Cambridge

Queremos alcanzar el alma de la piel.
Queremos empaparnos de gozo y de sudor.
Mañana Dios dirá, si hay Dios y si se digna
decir alguna cosa. Bésame el corazón.


* * * * *

                                                                      A Merce

Nos teñiremos pelos, almas y corazones.
Juraremos amor eterno si es preciso
para ser algo más felices un instante.
Ni la mejor mentira, amor, es la verdad.

* * * * *

                                                  «Une orange sur la table
                                                  ta robe sur le tapis
                                                  et toi dans mon lit.»
                                                                   Jacques Prévert


Son un placer muy dulce los dieciocho años.
Juntos lo celebramos, amor, esta mañana.
Cuando llegue la noche, si Dios y Prévert quieren,
me dejarás probar tus nuevos diecinueve.


* * * * *

                                                                  En Sinera de Munt

Cuando yo no esté aquí se habrá acabado el mundo
y no habrá nunca más olor de madreselva
ni el perfume tenaz de entrepierna mojada
ni el aroma del vino ni el azul de la mar.

De "Vendrán meses con erre" 1982-1991

 

 

Dean Moriarty ya no vive aquí

                                             In memoriam Jack Kerouac

Es una bomba el corazón, y un día
estallará en tus manos sin remedio.

De "La quijada de Orce" 1988-1997

 

 

Escríbeme a la "Lista de correos"

Estoy, amor, en Sóller.
He venido en el tren.
Escribo una postal
y la meto en el sobre.
Recuerdo aún tu nombre
y el Apartado 3
de Correos de un pueblo
donde nunca estaré.

Ven a salvarme, amor:
he naufragado ya.
Escribo con mi sangre
en un feble papel.
La botella está rota
y no lleva tapón.
La mar está movida,
se acerca el huracán.
Ven a salvarme, amor

De "La quijada de Orce" 1988-1997

 

 

Ibiza

                                                           A Julieta

A fin de cuentas sí,
parece que nos gusta el amor libre
                                       aunque sin demasías
el sexo tierno la pasión discreta
releer a Epicuro
                                 que son tan pocas páginas
gritos flojos e Ibiza:
tú y yo somos lo sabes
carne de revival
pálido color malva
si Dios quiere y la historia.

De "Vendrán meses con erre" 1982-1991

 

 

La piel

Cuán terrible la vida
de un hombre cuya piel
nadie toca jamás.

De "Vendrán meses con erre" 1982-1991

 


 


La rosa y la metáfora

1
Aunque seas aún
una metáfora
                            Rosa,
me place tocar
tu muslo con la mano.

5
                                      «A rose is a rose is a rose is a rose.»
                                                                                Gertrudis Stein


Eres Rosa la rosa más rosa
de todas las rosas de aquí y de París
Rosa por delante rosa por detrás
con pezones rosa y mejillas rosa
con labios de rosa bajo nariz rosa
y labios de rosa bajo ombligo rosa
un agujerito de color de rosa
una blusa rosa y unas bragas rosa
un alma de rosa bajo la piel rosa
y una voz de Rosa de color de rosa.

6
                                                                    1984
Hube de conocerte,
                                          Rosa,
para saber lo que era
un ser equidistante
del propio nacimiento
y del fin del milenio.

7
                                  «Lénine, Trotsky, Rosa, Mao...»
                                                                         Edgar Morin
                                                      Journal de Californie


Rosa,
           la más perfumada
de los jardines
de Luxemburgo.

De "Vendrán meses con erre" 1982-1991

 

 

Margaritas

Cada mañana,
cuando los cubre aún
la nieve transitoria del rocío,
recorro los sembrados cercanos a mi casa
y las voy recogiendo
una por una:
las más grandes y tiernas,
las más blancas,
las amarillas como un don del sol.

Cuando tengo un puñado
grueso como el tobillo de un niño de tres años,
hago con ellas
un ramillete humilde, esplendoroso,
y lo lanzo
con gesto displicente y ademán
de estudiada elegancia discreta
a la oscura pocilga donde hozan los cerdos.

De "La quijada de Orce" 1988-1997

 


 


No eres lo que dices

                                                «Lo que eres me distrae de lo que dices»
                                                                                                       Pedro Salinas


Lo descubrí hace años en Ibiza: no eres
la que habla conmigo como las profesoras,
la que dice palabras como estratigrafía,
sobredimensionar y propósitos lúdicos,

sino la que recorre mis recovecos tibios
con una mano sabia y amable siempre húmeda,
la que impregna mi lengua con sus zumos secretos,
la que gime muy suave, la que grita muy fuerte.

De "La quijada de Orce" 1988-1997

 

 

Patria

Nací
en un tiempo triste y en un triste país
donde las cosas bellas tenían nombres feos
donde pecado
era el nombre que daban al amor y donde
tristes gentes hablaban de la guerra y se tocaban
el sexo en las tinieblas y con prisas furtivas
en la noche del sábado tras haber contraído
matrimonio buscando
patrimonio y remedio
a la concupiscencia o a la sífilis.

Nací en un tiempo triste
y en un triste país
donde la gente iba vestida
de negro casi siempre
y llevaba bigotes cuadrados en el alma. Donde
ya no servían los nombres de las cosas
porque las cosas estaban prohibidas
o eran obligatorias: levantar el brazo
con la mano extendida
para que los brazos no pudieran
abrazar y las manos
llegaran siempre tarde a la caricia.

Nací en un tiempo triste y en un triste país
donde los niños se llamaban flechas
o pelayos cuando eran ya mocitos
y llevaban camisa
azul y la cabeza
rapada por la parte de dentro y por defuera:
mitad monje y soldado les decían
que tenían que ser cuando crecieran
y hubieran de avanzar gallardamente
por Dios hacia el Imperio o viceversa.

Nací en un tiempo triste y en un triste país
donde las niñas
se llamaban Begoña y aceptaban
mansamente un futuro
de monjas o matronas gordezuelas
cuando la superiora colocaba
duros sostenes sobre sus tetas tiernas
y más duros aún sobre la parte
más tierna del cerebro para que las ideas
no desbordaran nunca el límite preciso
de su destino de mujer: virgen o madre
y si fuera posible las dos cosas.

Nací
en un tiempo triste y en un triste país:
abjuro para siempre
jamás de aquella patria
donde un millón de muertos velaban el cadáver
de los supervivientes.

De "Domicilios transitorios" 1973-19840

 

 

Pelopónissos

                                                                 Para Helena Roig

¿Has visto el mapa, Helena? hoy salimos de Espata
y vamos hacia el barco que zarpará de patra.
Como un acto de amor será el itinerario:
la cena en Kardará, la noche en Klitoría.

De "La quijada de Orce" 1988-1997

 

 

The sandpiper

Hoy llueve todo el día y el termómetro
marca fuera dos grados sobre cero.
Seguramente vale
la pena que la humanidad,
recorriendo a través de los siglos,
las abominaciones
y los millones de años luz en el camino
que lleva a la calefacción central
pueda ofrecer a un estornino
posado en la ventana, justo encima
del radiador,
los dieciocho grados del confort.

Lleva un buen rato tras el cristal. He abierto
la ventana pero no quiere entrar. No deja de mover
el pico emitiendo sonidos. ¿Qué debo hacer, Liz
Taylor? No sé ornitología, soy de letras y nací
en la ciudad. Cuando se vaya dentro de once minutos
no sabré si cantaba feliz o chillaba desesperado.
Ayúdame, Liz Taylor, tú que sabes de pájaros heridos
en Big Sur.

De "La quijada de Orce" 1988-1997

 

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